Esa llamada en la que una máquina hablaba con una persona y lo hacía de forma totalmente natural marca un punto de inflexión. Uno en el que la comprensión del lenguaje natural, el aprendizaje profundo y el dictado de textos demuestra por primera vez que puede engañarnos y hacernos pensar que estamos hablando con una persona real.
La encargada de la peluquería en ningún momento sospechó que quien la llamaba era una voz sintetizada —esas pausas, esos "ahmmm..." y esos "mm-hmm..." ayudaban a que la voz robótica se convirtiera en una voz humana, con entonación humana y con esas mismas pausas y dudas que habitualmente hacemos al hablar los seres humanos.
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